Educación y Liderazgo

Educar, en su sentido etimológico proviene fonética y morfológicamente de la raíz latina educare: guiar, conducir, orientar; y semánticamente recoge también el concepto de educere que significa hacer salir, extraer, dar a luz. Partiendo de estos significados, entonces nos preguntamos: ¿Conducir y guiar hacia dónde? ¿Extraer qué y para qué? ¿Dar a luz a qué? Estas interrogantes sugieren, por lo tanto, que es necesario la determinación de un propósito, un sentido de dirección: conducir y guiar hacia un destino previamente establecido, anhelado en cierto modo: ¿Qué quiero? ¿Qué queremos? Educar implica un complejo proceso individual y social al mismo tiempo. En el aspecto individual representará el propósito de vida, una meta, un sueño; y en el aspecto social u organizacional, representará una misión y una visión. En ambos casos, los valores fundamentarán la base sólida para emprender el viaje en la dirección que se elija.

Educación, es entonces, – si se quiere – un viaje de varias escalas, cuyo destino es el logro de algo que anhelamos y/o soñamos. ¿Cuáles son esas escalas? Primera escala: EQUIPAJE. Los recursos con los cuales equipar la maleta para llegar a destino. Segunda escala: INFORMACIÓN. La información provee de los datos básicos y las referencias. Tercera escala: La ACCIÓN implica poner en marcha, ejecutar, probar, experimentar con la información suministrada para discernir criterios propios y obtener una perspectiva y EXPERIENCIA ÚNICA que nos diferencie del resto de los turistas que recorren el mismo camino, tal y como lo expresa Heráclito en su cita: “Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña”.

Ante la simple pregunta ¿Te consideras un líder?, muchos jóvenes universitarios titubean como si necesitasen indagar o esperar que alguien más les sugiera la respuesta correcta. ¿Cómo educar para el desarrollo del liderazgo? ¿Cómo fortalecer al individuo desde los espacios universitarios? No se trata únicamente de impartir información, atiborrar de datos, fechas e interminables referencias bibliográficas. Se trata de crear las alternativas para que esa información pueda ir acompañada del ejercicio, prueba, y experimentación; y al mismo tiempo, fortalecer y potenciar los talentos, capacidades y cualidades del joven. El liderazgo se aprende. Cualquier ser humano capaz de tomar decisiones, es, de una manera u otra, un líder de una o más de una circunstancia en su vida. ¿Pero realmente lo sabe? Es allí donde ese otro vértice de la educación juega el más importante papel: Extraer, dar a luz. Permitir al estudiante competir consigo mismo en primer lugar, más con el resto de la clase. Competir por el simple hecho de superarse a sí mismo y descubrir el potencial de quién es, quien puede llegar a convertirse y lo que es capaz de lograr. Al final de la jornada, el mejor lugar para encontrar un líder es en el espejo cuando se comprende que el liderazgo es ACCIÓN y no posición.

Fomentar las llamadas “competencias blandas” contribuirá indudablemente al mejoramiento del individuo, pero de ellas estaremos conversando en una siguiente oportunidad.